viernes, 13 de abril de 2007

Lágrimas negras



Adjunto el comentario de quien subió el vídeo a YouTube:

"Lágrimas negras es el título de una canción compuesta en los años 30 por el cubano Miguel Matamoros (1894-1971) y que permanece en las memorias: "Aunque tú me has dejado en el abandono / aunque tú has muerto todas mis ilusiones...".

Bebo y Cachao se encuentran por primera vez en un estudio de grabación a pesar de haber sido amigos por más de 70 años. Recrean Lágrimas negras de Matamoros, logrando matices y texturas insospechadas sobre este standard mil veces interpretado."

La primera vez que escuché Lágrimas negras fue a la Tuna del Distrito Universitario de Granada. Yo tenía apenas 18 años y era mi primer año en el C.M. Loyola, de los jesuitas. El Mayor celebraba ese año un festival internacional de tunas que se llevó todo el entusiasmo de los organizadores y que nos llevó por delante de paso a algunos de los novatos. Yo por ese entonces no tenía mucha más idea de música de la que tengo ahora (poca), pero tenía claro que la tuna era una institución execrable que debería haber desaparecido hacía siglos de la faz de la tierra. Yo, con mis pelos largos y mi retiro cobainesco. Luego los oí tocar, ellos con sus machismos adolescentes y sus ridículas calzas. Clasicazos preconstitucionales, algunos, de los que uno conoce estrofas y no sabe por qué (son las cintas de mi capa, se va, se va, se va, se va la tuna ya se va, sale la tuna en Santiago). Pero después miraban al sur.

Ya lo habían hecho otras tunas antiguas: en los 70 ya estábamos hartos de cánticos y danzas regionales, incluso estaba harta la tuna, de la que se apropió paganamente el régimen franquista. Las adaptaciones de música canaria y latinoamericana se popularizaron: Lágrimas negras fue interpretada espléndidamente por el pulso y púa de los de Distrito y cantada con vozarrón y arte por Santi, el frutero de Siete Vidas, que sí, señores, que es granaíno y empezó dando la nota en esa tuna (con el mismo bigote, pero ataviado de gracioso sombrero canario con pluma de alcatraz). Fue en 1996. Había oído poca música cubana y nunca había visto a una tuna tocar.

Luego llegaron Bebo y Cachao, claro, y Trueba con su Calle 54, y tantos otros, y ya se formó la tremenda corredera.

4 comentarios:

Lara dijo...

¡Siete!

Anónimo dijo...

¡Setenta veces siete!

un piano y un contrabajo (cómo se va perdiendo este último por sus versiones electrónicas, ¡cuando su sonido auténtico es insustituible!) tocados así parece que sean acompañados por todo un ensamble (que diría nuestro Gerald) de percusión.

Me voy a google a ver si les pillo más cosas.

Lara dijo...

Nano, tienes que volver a los escenarios. Lamento comunicarte que hay contrabajos a patadas agarrados a sus contrabajistas en más de la mitad de los conciertos a los que asisto y a los que no asisto. En cualquier caso, esto es un alivio.

Miguel Marqués dijo...

30 años sin pisar un concierto... ¿Qué te habrán hecho los conciertos?

Me imagino que las habréis visto, pero no puedo dejar de recomendarlas, las musi-pelis del Trueba, que son una delicia: tanto Calle 54 como El milagro de Candeal. Yo descubrí la música afrocaribeña con Buena Vista Social Club y con estas dos películas, me lo pasaba pirata (luego conocí a Chucho Valdés que es una montaña de dedos mágicos).