sábado, 14 de julio de 2007

Cuánto ruido fuera


Cuánto ruido fuera,
ruido de sol y de maleza,
de letras que entrechocan
como sables mal afilados.
La galería inundada
con una normalidad de macetas.

Cuánto silencio dentro
esta mañana calma.
Los brazos apoyados en
la baranda
(de acero negro, aún frío)
que sujeta a una soledad
mimada y torpe.

Tu beso como el vaho leve
de los vencejos de ayer tarde,
lejano, atravesando la meseta,
anidando en mi boca,
tan jugosa a veces de ti,
tan mezquina, a veces, de mí mismo.

Cuanto ruido, a veces, en la calle;
pararse en el silencio antiguo.

Vuelvo adentro, a la cocina,
la vieja mesa tapizada de restos de vino,
de mapas con pepitas de melón pegadas,
de poemas mojados, de cartas del banco,
de postales, siempre postales
urgentes de ciudades cercanas.

Extiendo los brazos, y, lentamente,
empujo las cosas hasta que caen,
y aparece, bajo el barniz, la esquina
donde grabábamos nuestros nombres,
y dibujábamos, silenciosos, el vacío
callado en que todo nos cabe.


La foto es de una corrala en Lavapiés y la hizo Lara

domingo, 8 de julio de 2007

La música innombrable

Más música de un género al que no sé ponerle nombre (y falta no hace, postbrit?, nouveau-80's?, neoglam?).

Más música que, sospechosamente, llena las salas de conciertos con gente cinco años más joven que yo. Es como cuando vas en bici y alguien te lanza a destimpo las llaves de casa desde lo alto del puente. Llueven temas, bandas y conciertos a mis espaldas. Mi hermano (y otros) me los tiran desde lejos o cerca y yo me sigo emocionando, pero no los veo llegar, no sé cómo se llaman, ni cómo se encuadra su música. Un mínimo de distorsión de guitarra, o ni eso, da igual, yo ya disfruto como (o más que) los que tienen cinco años menos.

Caesars, banda sueca que comenzó aparentemente como un grupo de garage-rock y derivó en el pop post-Oasis, con marcas distintivas como los melismas inconfudiblemente británicos y riffs transparentes y mántricos (de guitarra u organillo) que se vienen repitiendo en todos los grandes temas de esta nueva hornada de pop innombrable. Muse, clásicos ingleses, abrieron camino, pasan más de lo brit y se oscurecen en los mantras ochenteros, progresivos, teatrales (¿puñaíto de gótica?).

Qué manera esquizoide, de verdad, de interpretar la actualidad musical extranjera (si podemos llamar actualidad al 2001). Cualquier chaval que compre la Mondosonoro pensará, con toda la razón, "¡de qué está hablando este tío?" Me da igual, en realidad, ponerle nombre a todo esto, es la personalísima interpretación de un ya joven adulto que nunca supo de música, que no tiene tele y que pasa sus fines de semana en el campo.

Me basta saber que en un par de clics estaré de nuevo en contacto con lo eléctrico, rodeado de gente gritando cosas incomprensibles en un concierto de una sala que ni conocía:





Jerk it out, de Caesars, de su disco Paper Tigers (2005)





Plug in Baby, de Muse, de su álbum Origin of Symmetry (2001)