sábado, 24 de mayo de 2008




Me queda un corazón en Ámsterdam. Selva Ámsterdam, engaño Ámsterdam, Ámsterdam altar. Bajo los adoquines, sobre los puentes, cerrado sobre sus cogollos verde oscuro y sus quesos oro viejo, redondos y aplastados, sabrosos e inertes como el recuerdo.

Me queda un corazón de humo, a pedales, cuesta abajo; miro atrás para matarme, pero todo vale su sonrisa ubicua, sus brazos de niña amarrados al manillar (nunca fue tan obediente) en dirección a los canales en los que se ha levantado una tempestad.

Me queda el corazón entre las olas que tuercen las casas y limpian el humo y el sexo de las calles más oscuras más temprano que los barcos.

Me queda la embriaguez de bote rojo y carne. Y volúmenes de diseño, y puentes, y agua espesa, y el fuego antiguo, de cuando Calvino, y las casas de mar y monedas.

Marrakech veneciano y protestón. Ancla alada de galápago libertario. Me queda el corazón y la embriaguez atados a él, atados a tu bici, atados a tu pelo, con cintas como granizos o enseñas de un velero de tres palos y una cama.

Me queda una falacia: el tsunami en el canal. Las putas escogiendo quién pagará esa noche. El cannabis prohibido en interiores. Las fachadas, amplias como campos, una sola ventana en el techo, pequeño cielo común. Niños en el distrito rojo, camellos en los autobuses. Puerto cristalino, turistas amables, bicis de cuatro ruedas. Los coches, de una vez, al trastero, el holandés dulce como la leche.

Nosotros, criando a nuestros hijos, en una casa flotante (antigua, sin diseño) con azotea y geranios en lugar de tulipanes.

Me queda un corazón, entre flores, sobre el canal.

jueves, 15 de mayo de 2008

Él se hará contigo

El podrá.

Se inclinará sobre ti como buscando luz de ventana,

caído y desesperado por su vida y por su noche,

Persiguiendo el último destello de su noche, que se va.

Palpará tus muslos como quien deshoja un calendario.

Entrará en ti como quien sube a un tren.

Y tú apretarás su espalda entimismada.

Disfrutará de una película vista cien veces,

del último sorbo de champán entre los yelos,

y tú apretarás su cuello cariñosa.

Te fumará como a un cigarrillo,

y tú te desharás, humo satisfecho y azul.

Nuestros latidos, de normal acompasados,

a un ritmo en ese instante de miles

de kilómetros distinto.

De arrugas en tu sábana distinto.

Él podrá,

pero no conocerá la brisa bajo tu párpado.

La conjunción de tus lunares,

el martilleo de tu carne.

Se quedará

un minuto con el eco

de tu grito

pero no de tu sollozo

y tu palabra.

Mientras, yo, lejos, deshojaré la selva

como quien deshoja un calendario.

Perseguiré los aullidos hasta mi avión,

saltaré la verja de vuelta,

entraré a buscarte a la cocina.

Y tu sollozo y tu palabra

serán más dulces,

tan nuevos entonces,

tan obscenos,

tan buscando nuestra luz

en la ventana.

Cuarteto de Nos - Ya no sé que hacer conmigo



Como dice mi colega José, aguante el rock rioplatense.

Estos uruguayos se montaron el temazo hace años. Punk estiloso con todo el poder de la palabra escrita. Y un diseño de producción hipnótico, alucinante, de los que hacen repetir. Yo me vi el vídeo unas siete veces seguidas cuando los descubrí.

Gracias a José, que fue todo en su blog, Fragmentos.