Les pétroleuses
Lo menos que Serge esperaba esa noche desleída de junio era una llamada desde España. Al otro lado de la línea una voz bien conocida, quebrada por el orgullo. BB lo dejaba, sin más (antes, las gestiones por teléfono era mucho más sencillas que ahora: fulminantes). Llamaba desde un lustroso hotel sesentero de playa, La Parra, en un pueblo cualquiera con nombre de agua dulce. Andaba por esa esquina del continente rodando una película con Claudia Cardinale, Las Petroleras, un western femenino y risueño. Quizá al lado de ella, apoyada en el quicio de la cabina, estaba la otra petrolera, la italiana, dándole ánimos como una adolescente compañera de cabalgada. Quizá por eso, o por sentirse muy lejos de él, muy al sur. Tan al sur que por mucho que Serge hundió la voz hasta los codos, sólo recibió del teléfono un silencio intermitente.
Para allá me voy yo ahora mismo, a reirle la gracia a la Bardot (y llorarle un poco al pobre Serge), buscando irremediablemente, como siempre, mi esquina dorada del sur este, de este sur.
Une nuit que j'étais
A me morfondre
Dans quelque pub anglais
Du cœur de Londres
Parcourant l'Amour Mon-
Stre de Pauwels
Me vint une vision
Dans l'eau de Seltz
Tandis que des médailles
D'impérator
Font briller à sa taille
Le bronze et l'or
Le platine lui grave
D'un cercle froid
La marque des esclaves
A chaque doigt
Jusques en haut des cuisses
Elle est bottée
Et c'est comme un calice
A sa beauté
Elle ne porte rien
D'autre qu'un peu
D'essence de Guerlain
Dans les cheveux
A chaque mouvement
On entendait
Les clochettes d'argent
De ses poignets
Agitant ses grelots
Elle avança
Et prononça ce mot :
Alméria...!