lunes, 26 de febrero de 2007

Falsos versículos

Eu ja encontrei o meu ponto fraco.

Ese año, le provocaron temor las fotos futuras, una suerte de nostalgia compasiva de lo no llegado, ni imaginado. En ellas, envejecido, brindaba con extraños, intentando ocultar a la cámara inútilmente esa oscura intuición de lo que pudo haber sido la dicha. Fue aquél un año verdaderamente interminable. Cada uno de los segundos últimos, una derrota. Cada sorbo de champán derrochado, un tropiezo que se anunciaba a voces. Y cada hora, una nueva ciudad: una nueva botella se descorchaba. Y su eco trasoceánico le llegaba débil, atrapado, como repitiéndole por encima del hombro que no existía ninguna salida. Las esquinas que llevaba dentro. Sus callejones anteriores. Lo negro de aquella tinta por sangre seca. La farsa, ahora mismo, en aquella frase. El toro por los cuernos: lo que había, sobraba, y se deseaba algo que no había. Cuanta más droga consumes, menos tienes. Y cuanta más tienes, más consumes. Bajó la testuz y bebió del río. Nadie, ningún caporal con crepúsculo vendrá a buscarlo. Se preparó para sortearle los reproches a la luna en los quejigos. Y asumió un sueño de incertidumbre sudorosa e inabarcable. Prueba a soltar, pero sólo si te lo piden. Esto no está escrito. No dedicará ni una centésima de segundo más para terminar de escribir esa frase. No sabe por qué está pensando en escribir en esa página en concreto, huesuda como su testuz y como la luna. Aquello parecía un engaño.


3 comentarios:

Lara dijo...

¿Y lo era?

Miguel Marqués dijo...

El engañoso engaño. El engañador engañado.

Hablaba de literatura, en ese momento. A partir de "Esto no está escrito", versión plumilla del "ceci n'est pas un pipe" de Magritte.

Aunque sí, en la raíz, por momentos temía que todo se desvaneciera bajo mis pies y quizá tuve una pesadilla (el olor a ácaro de la alfombra de la pensión Londres, las esquinas oscuras del caserón de Sintra: en mis pesadillas siempre enormes palacios desvencijados), en que admitiendo que no había suelo, el suelo se recomponía y recobraba su solidez.

Es el engaño del que se busca una temida teoría de la conspiración entre el hígado y el secreto ibérico.

Anónimo dijo...

no entro en lo vuestro.
¡pero vaya foto que te has puesto, chaval!

Uno ve la de la carretera y luego esto, je, je, jé.