sábado, 9 de junio de 2007

Tetuán, 19:35

Me emociona, a diario, el hombre del acordeón.
Simplemente: me hace detenerme, mirar.
Lo encuentro cada día sentado en el mismo sitio,
junto a un paso de cebra sobre Bravo Murillo.
Su sonrisa parece tan falsa
que en verdad no debe de, no puede serlo.
Tiene la piel cuarteada
y del color de los zapatos viejos
y la nariz puntiaguda
(desgastada:
quizá a su mujer le encantaba besársela
y se la besaba,
se la besaba una noche moldava tras otra
hasta que menguó la nariz
como helado de una sola bola).
Tiene una sonrisa estampada en la cara
que se bambolea sobre el fuelle
de su acordeón destrozado.
Siempre la misma sonrisa sin mácula,
sin fallo.
Siempre me desvío unos metros de mi ruta apretada
del semáforo a la boca,
siempre la misma moneda.
Me agradece
siempre con la misma frase,
siempre me enseña el mismo agujero rosa
y amarillo entre sus dientes.
Nunca es la misma canción la que suena,
aunque todas se parecen tanto.
Todas me gustan.
Todas las respiro como quien
toma aire para aguantar mucho rato bajo el suelo de Madrid.

Soy yo mismo
el que se acerca a pedirle limosna
(sin sonrisa en la boca,
con monedas en la mano).



5 comentarios:

NáN dijo...

Siempre que paso al lado le doy dinero. Suelo hacerlo con casi todos (una época de mi vida pedí en las puertas de las iglesias: estaba cinco minutos, mientras salían de misa y con la pelas compraba leche y fruta y me iba a la Facultad), así que no creo las historias progres: si me piden y tengo, doy. Que sirva o no de nada es problema de otros.

Pero con este, es imposible no hacerlo: tiene la sonrisa falsa más falsa del mundo. Todo un poema. Me lo imagino volviendo a casa, desprovisto de esa sonrisa, con una mueca negra de tristeza, prácticamente un agujero negro y grande, y me da repelús. ¿Tendrá casa? ¿Tendrá cara si le quitan la sonrisa?

¡Me alegro de compartir ese afecto contigo!

MSalieri dijo...

¿Es el de la foto? Esa sonrisa más bien parece la de un psicópata venido a menos. Quizá su plan es acordeonarnos el cerebro y luego soberlo a través de su agujero rosa. Lo de la nariz me parece un misterio, sí señor.

Anónimo dijo...

Creo, Okr, que ahí sale con una sonrisilla de abuelo bondadosillo, de labios estirados.

Cuando enseña los piños de verdad, con un servilismo que te hiela y te asegura que estás en sus manos, es otra cosa.

Me fascina el anuncio de "tu libetad por 10.885 euros". Detrás de él, puede significar cualquier cosa.

Reb dijo...

Qué bonito!!!
Muy buena la foto

Lara dijo...

He venido expresamente aquí, después de ya muchos días, a buscar este poema. Como a veces (ya cada vez menos), cuando iba una y otra vez a buscar algo en un libro muy usado de mi estantería o de mi mesa.

He sentido la misma satisfacción, el mismo descubrimiento medio olvidado, y cuando he llegado donde tenía que llegar y apenas lo recordaba, todo ha hecho clic: esto era, claro.

¡Gracias!