miércoles, 12 de marzo de 2008

Lettre à D. (Histoire d'un amour)

[...]

Acabas de cumplir ochenta y dos años. Has encogido seis centímetros, no pesas más de cuarenta y cinco kilos, y todavía guardas la gracia deseable de la hermosura. Hace cincuenta y ocho años que vivimos juntos y te amo más que nunca. Hace poco he vuelto a enamorarme de ti y llevo en mi seno, de nuevo, un vacío devorador que sólo colma tu cuerpo apretado contra el mío. Por las noches veo a veces la silueta de un hombre sobre una carretera vacía que atraviesa un paisaje desierto. El hombre camina tras un coche fúnebre, y el coche fúnebre te lleva a ti. No quiero asistir a tu incineración, no quiero que me envíen un bocal con tus cenizas. Oigo la voz de Kathleen Ferrier que canta «Die welt ist leer, Ich will nicht leben mehr», y me despierto. Acecho tu aliento, mi mano te roza. A los dos nos gustaría no tener que sobrevivir al otro. Y nos dijimos que si, por imposible que parezca, tenemos una segunda vida, querremos vivirla juntos.

Carta a D. (Historia de un amor), de André Gorz (Viena, 1923 - Vosnon, cerca de Troyes, Francia, 2007)
[Mi traducción]

(En la foto, André y Dorine, en 1947)

martes, 11 de marzo de 2008

High Windows (1967)

When I see a couple of kids
And guess he's fucking her and she's
Taking pills or wearing a diaphragm,
I know this is paradise

Everyone old has dreamed of all their lives--
Bonds and gestures pushed to one side
Like an outdated combine harvester,
And everyone young going down the long slide

To happiness, endlessly. I wonder if
Anyone looked at me, forty years back,
And thought, That'll be the life;
No God any more, or sweating in the dark

About hell and that, or having to hide
What you think of the priest. He
And his lot will all go down the long slide
Like free bloody birds. And immediately
Rather than words comes the thought of high windows:
The sun-comprehending glass,
And beyond it, the deep blue air, that shows
Nothing, and is nowhere, and is endless.



Ventanas altas (1967)

Cuando veo a un chico y una chica

y sé que él se la folla y que ella

toma la píldora o usa diafragma,

sé que esto es el Paraíso


que todos los viejos soñaron vivir.

Responsabilidad y gesto dejados de lado

como una máquina de labranza vieja,

y todos, jóvenes, resbalando por el largo tobogán


a la felicidad, sin fin; me pregunto si

alguien me miraría hace cuarenta años

pensando: "Eso será la vida;

no más Dios ni sudar en la oscuridad


temiendo el infierno y así, o tener

que callar lo que piensas del cura. Él, y con él

su gente, bajarán por el largo tobogán

como putos pájaros en libertad". E inmediatamente,


más que palabras, nace la idea de unas ventanas altas:

el vidrio capaz de contener todo el sol,

y más allá, el aire azul profundo,

que no muestra nada, y no está en ningún lugar y es infinito.


Philip Larkin (
Coventry, Reino Unido, 1922 - Hull 1985)
[Mi traducción]


Philip Larkin, caballero del Imperio Británico, crítico de jazz,
pornófilo acusado de caer, con la edad, en el racismo
y el conservadurismo más rancios. Un tipo raro.
La viñeta la tomé prestada de The Man Who Fell Asleep

domingo, 9 de marzo de 2008

La Cuchara Chueca





Cocina de Mercado.

Éste es el lema de La Cuchara Chueca, el restaurante que desde hace pocos meses resplandece en su esquina de la calle Libertad 17 con San Marcos, en Madrid.

No es puro márketing ni una refundación culinaria: aquí se come bien, se come sano. Con cuchara, con mercado y con fundamento, por muy manida que esté la expresión.

Anduve por la inauguración, hace ya algunos meses, invitado por un buen amigo (que sus cucharas tiene metidas por esos fogones). Aquella jornada fue de arte: por el escenario (un blanco purísimo, sólo unas pocas mesas y propuestas de jóvenes artistas en las paredes), por la concurrencia (dábamos envidia a la gente del Bazar, justo enfrente, y eso que son los comensales del Bazar los que suelen dar envidia a quienes recorren la calle Libertad) y, sobre todo, por la comida. Volaron bandejas degustativas con todo tipo de manjares en miniatura: croquetas de chipirones, cocido (en chupito), solomillo de buey, atún fresco con pisto. No esperen fuegos artificiales. De mercado dijimos, señora.

Repetí hace un par de semanas, con Lara y con mi padre: disfrutamos de un ambiente tranquilísimo y de la atención cariñosa de Leyre, un jueves por la noche. En esa ocasión rodaron la merluza, el risotto de boletus y una deliciosa crema de calabaza. Satisfacción total de tres paladares exigentes, a los que se le avivó la lengua gracias en parte al exquisito Rueda, hasta las tantas.

No se lo pierdan.


(Abre de 13.30 a 16.00 y de 20.30 a 0.00 de lunes a sábado)

P.S.
El logo tiene su razón de ser, echando un ojo a la RAE:
chueco, ca.
(De chueca).
1. adj. Am. estevado.
2. adj. Cuba y Méx. torcido (‖ que no es recto).